31 may 2013

El televisor



Mientras oraba antes de acostarse, un niño pidió con devoción:
“Señor, esta noche te pido algo especial: conviérteme en un televisor. Quisiera ocupar su lugar. Quisiera vivir lo que vive la tele de mi casa. Es decir, tener un cuarto especial para mi y reunir a todos los miembros de la familia a mi alrededor.
Ser tomado en serio cuando hablo. Convertirme en el centro de atención y ser aquel al que todos quieren escuchar sin interrumpirlo ni cuestionarlo. Quisiera sentir el cuidado especial que recibe la tele cuando no funciona.
Y tener la compañía de mi papá cuando llega a casa, aunque esté cansado del trabajo. Y mi mamá me busque cuando esté sola y aburrida, en lugar de ignorarme. Y que mis hermanos se peleen por estar conmigo.
Y que pueda divertirlos a todos, aunque a veces no les diga nada. Quisiera vivir la sensación de que lo dejan todo por pasar unos momentos a mi lado.
Señor, no te pido mucho. Sólo vivir lo que vive cualquier televisor”.


30 may 2013

Una joven ‘sin techo’ se gradúa primera de su promoción



Horas y horas de estudio, cafés a medianoche y pocas horas de sueño. Ser la primera de tu promoción siempre tiene mérito, pero puede ser más complicado que todo eso. Imagina que tienes que conseguir eso mismo mientras vives en un refugio para 'sin techos'. En ese caso, las felicitaciones pasan a ser pura admiración.

Pues eso es lo que ha conseguido Chelesa Fearce. La joven de 17 años se ha graduado esta semana en el instituto Charles Drew (Georgia, EEUU) como valedictorian, el título académico que acredita haber sido el mejor alumno de la promoción. Cada noche de su vida, Fearce ha dormido entre un albergue para pobres y el coche de su madre. “Cuándo apagaban las luces del refugio estudiaba con la luz del teléfono móvil”, ha explicado Fearce a la cadena local WSBTV.“Solo me decía que tenía que seguir estudiando, porque el futuro no sería así de ningún modo”. En calidad de valedictorian, Fearce dio el discurso de clausura ante sus compañeros del instituto, una buena oportunidad para dar algunos detalles de su experiencia. “Estás preocupada por tu vida en casa y por el colegio. Unas veces preocupada por estar un poco hambrienta y las otras solo hambrienta. Solo tienes que lidiar con ello. Comes lo que puedes, cuando puedes”, ha expresado la estudiante.Sin embargo, Chelesa tenía alguien en quién fijarse, su hermana Chelsea. Unos años antes, su hermana mayor había conseguido ser la segunda de su promoción en otro colegio del estado de Georgia. “Soy la mayor, pero ella es la más inteligente”, se ha referido su hermana.Después de Chelesa, la segunda persona más feliz de la graduación era la señora Shephard, la madre de las dos chicas. “Les leía mucho cuándo eran pequeñas”, ha dicho la madre. Shephard ha explicado que ocasionalmente vivieron en un apartamento, pero cuándo la despedían de su trabajo terminaban otra vez en el refugio.Chelesa seguirá con sus estudios pre-universitarios en biología, hasta conseguir lo que siempre ha querido, sea lo que sea. Y es que con ésta filosofía, es posible: 

“No abandones. Haz lo que tengas que hacer en el presente de manera que puedas tener el futuro que quieres”.

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27 may 2013

Malick Meïga



El 5 de agosto de 2012 el periodista de radio Malick Aliou Meïga pensó que iba a ser su último día. Una decena de miembros del Movimiento por la Unicidad del Yihad en África del Oeste (Muyao) fue a buscarle a su emisora en Gao (norte de Malí), se lo llevaron a un descampado y le pegaron tal paliza que lo dieron por muerto. "No volverás a ver el sol", le dijeron. Horas después se despertaba en el hospital de la ciudad. Tenía todo el cuerpo ensangrentado, "como si llevara un traje rojo". Su delito había sido denunciar los atropellos de los terroristas y oponerse con todas sus fuerzas a las lapidaciones y amputaciones que intentaban llevar a cabo. Esa noche, nadie durmió en Gao, toda la ciudad se echó a la calle para protestar. Siete meses después, Malick Meïga, símbolo de la resistencia de un pueblo frente a la opresión, ha vuelto a casa.

Los saqueos, crímenes y violaciones empezaron enseguida. Cuando los rebeldes tuareg del MNLA entraron en Gao y proclamaron la creación de la República del Azawad, a principios de abril de 2012, se abrieron las puertas del miedo y la venganza. "Era algo cotidiano. Esa gente vino a ajustar cuentas y se creó un auténtico caos. Todos los medios de comunicación decidieron cerrar, pero yo pensé que si apagábamos los micrófonos era como abandonar la ciudad a su suerte. Y seguimos adelante", asegura Malick Meïga, quien conducía un programa informativo en Radio Adaar-Koyma. "Había que denunciar todo lo que estaba pasando, los saqueos, los pillajes, las violaciones. Desde las ondas, pedíamos a la gente que se quedara en Gao, que fueran solidarios, que estuvieran unidos, que no se rindieran".

Su programa ha sido siempre muy seguido. "Cuando Malick habla en la radio se callan hasta las moscas", asegura Abdoulaye, vecino de Gao. Así que en aquellos momentos difíciles muchos se aferraron a aquella voz libre. "El MNLA vino a buscarme, me dijeron que estaba volviendo a la población contra ellos. Yo les respondí que sólo estaba haciendo mi trabajo, que ellos podían haber conquistado el territorio, pero que a la gente no podían convencerla mediante la violencia y la dominación. Quisieron tratarnos como esclavos", explica.
Pero los abusos proseguían. "La gente estaba ya cansada del MNLA. Desde la radio animamos a la creación de patrullas de jóvenes en los barrios, pedimos a la gente que cotizara para que la luz y el agua no se cortaran, creamos un comité de sabios. Hasta que en junio todo cambió". Un día, miembros del MNLA asesinaron a un maestro muy popular en Gao. Y los ciudadanos se echaron a la calle. Los rebeldes respondieron a tiros y los miembros de Muyao se presentaron entonces como salvadores: atacaron a los tuaregs y acabaron por expulsarlos de la ciudad.

Muchos pensaron entonces que se había acabado el sufrimiento, pero pronto asomó el verdadero rostro de Muyao, "traficantes de droga que se apoyaron en los lobbys wahabistas locales que tenían sed de venganza por viejas rencillas", dice Malick. Se pasó de una dominación a otra. Conocedores de su influencia en Gao, los yihadistas fueron a buscarle y le propusieron hacer apología de la sharia a través de las ondas. "Me llegaron a ofrecer 600 euros al mes por trabajar para ellos. Les dije que ni por 1.500 al día, que si querían una radio que se abrieran una. Me negué a leer sus comunicados por la radio y Abdel Hakim, líder de Muyao, vino a verme a mi casa. Empezaron las presiones y las amenazas otra vez", explica el periodista.
Sólo unas semanas después de hacerse con el control de Gao, Muyao intentó poner en marcha su retrógrada visión de la ley islámica, que incluia castigos corporales como flagelaciones y latigazos, amputaciones de manos y pies e incluso lapidaciones. "Me opuse a todo eso con toda mi energía", asegura Malick. Y el domingo 5 de agosto, las cosas se precipitaron. Ese fin de semana Muyao había intentado amputar una mano a un ladrón en la plaza de la Independencia, "rebautizada" como plaza de la Sharia. Pero los habitantes lo habían impedido con una gran manifestación. Y Malick animó a la gente desde las ondas. "Eran las ocho y media de la tarde, vinieron a buscarme a la radio y me golpearon en la cabeza con un kalashnikov, interrumpiendo el programa que estaba haciendo en directo", recuerda.

"Me metieron un coche y me dijeron que no vería el sol al día siguiente. Yo pensé que todo se había acabado para mí. Cuando llegamos a un descampado al lado del cementerio me obligaron a bajar y me pegaron con tanta fuerza que me dieron por muerto. Al principio yo gritaba con todas mis fuerzas, pero luego estaba tan malherido que dejé de gritar. Tenía sangre de la cabeza a los pies y me dolía todo el cuerpo. Entonces, perdí el conocimiento", prosigue.
Aún no sabe quiénes le llevaron al hospital, pero lo cierto es que despertó allí sobre la una de la madrugada. "La habitación estaba llena de gente. Me dijeron que la ciudad entera se había rebelado por mi agresión, que todo el mundo se había echado a la calle. Nadie se lo tuvo que contar a todas esas personas, porque escucharon mi detención cuando estaba en directo", explica. Cuarenta y ocho horas más tarde, Malick Meïga abandonaba Gao de manera discreta en dirección a Niamey. De allí voló hasta Bamako y luego a Marruecos, donde se recuperó de sus heridas durante diez días. Acabó por instalarse en Bamako con su familia.

El 26 de enero pasado, soldados franceses y malienses recuperaban la ciudad de Gao de las manos de los yihadistas de Muyao. Sin embargo, en los días posteriores se han sucedido detenciones de sospechosos, ataques suicidas y enfrentamientos en plena calle entre muyahidines infiltrados y tropas regulares. Aunque la situación no es del todo segura, Malick Meïga ha vuelto a Gao. Su voz se escucha de nuevo. "¿Qué es lo que quiero ahora? Pues que el Estado de Malí haga su trabajo, que persiga a esta gente hasta las últimas consecuencias, que los juzguen y los lleven a prisión. Si no lo hace el Estado, será la población la que haga su propia Justicia".

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23 may 2013

Tres héroes anónimos



Un cura, un seminarista y un repartidor evitan el suicidio de un joven en Madrid

"Estoy harto, he petado", decía el hombre mientras se asomaba al vacío en el puente de Segovia, en Madrid. Lugar que tiene lunas disuasorias precisamente para evitar suicidios. Él, sin embargo, consiguió sortearla, tal y como recogió Terra en un vídeo que grabó uno de

Cuando ya estaba preparado para matarse, un sacerdote que pasaba por el lugar se percató de la situación. Tan sólo llevaba diez días ordenado y ya le ha tocado lidiar con una situación de lo más compleja.

El cura intentó disuadir al joven de su decisión. Estuvo un rato con él e incluso le impartió la bendición y la extremaunción, en el caso de que finalmente se tirara por el viaducto. Más tarde aparecieron un seminarista y un repartidor de publicidad. Ambos no dudaron tampoco en intentar que el joven no llevara a termino su idea de matarse.

El momento más complicado se produjo cuando el joven saltó la valla metálica que le separaba del vació. Inmediatamente el seminarista y el repartidor saltaron la luna antisuicidios y le agarraron rápidamente evitando así su muerte. Ya entonces llegó la Policía y el Samur y le trasladaron al hospital.

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22 may 2013

Los dos halcones



Un rey recibió como obsequio dos pichones de halcón y los entregó al maestro de cetrería para que los entrenara. Pasados unos meses, el instructor le comunicó que uno de los halcones estaba perfectamente educado, pero que no sabía que le sucedía al otro: no se había movido de la rama desde el día de su llegada a palacio, e incluso había que llevarle el alimento hasta allí.
El rey mando llamar curanderos y sanadores de todo tipo, pero nadie pudo hacer volar al ave. Encargó entonces la misión a miembros de la corte, pero nada sucedió; por la ventana de sus habitaciones, el monarca veía que el pájaro continuaba inmóvil. Publicó por fin un bando entre sus súbditos solicitando ayuda, y a la mañana siguiente vio al halcón volar ágilmente por los jardines.
-Traedme al autor de ese milagro –dijo.
En seguida le presentaron a un campesino.
-¿Tú hiciste volar al halcón?¿Cómo lo lograste?¿Eres mago, acaso?
Entre feliz e intimidado, el hombrecito explicó:
-No fue difícil, Su Alteza: sólo corté la rama. El pájaro se dio cuenta de que tenía alas y se lanzó a volar.